jueves, 6 de septiembre de 2012

Ignacio Ellacuría (1930-1989)


Nació en Portugalete (Vizcaya, España), el 9 de noviembre de 1930, ordenado sacerdote en Innsbruck, el 26 de julio de 1961gran filósofo y teólogo.

El primer escrito que impactó en la conciencia nacional fue, Teología política, publicado por el Secretariado Social del Arzobispado de San Salvador en 1973, traducido al inglés (1976) y al chino.


Enseñó teología para seglares en cursos nocturnos a estos cursos asistían miembros de las comunidades de base, profesionales y estudiantes universitarios.

Fundó el Centro de Reflexión Teológica, organizó la maestría en teología, dirigió la revista ECA, fue Rector de la UCA y Vicerrector de Proyección Social.

En 1970 le encargaron la dirección de la formación de los jóvenes jesuitas, a quienes intentó transmitirles su pasión intelectual, su celo apostólico y sus inclinaciones deportivas –el frontón. Insistió en que el jesuita debía estar bien formado para poder responder eficazmente a los retos de la sociedad y la historia, se preocupó porque cada estudiante encontrara la vocación a la cual había sido llamado. Promovió y apoyó nuevas experiencias comunitarias y apostólicas entre los estudiantes, entre ellas la de Aguilares, llevada por Rutilio Grande y un equipo de jesuitas, favoreció la apertura de una comunidad de estudiantes Jesuitas.

Ellacuría no seguía línea de nadie y por eso vio con claridad, antes que cualquier otro, que la guerra y la violencia no eran salida alguna para los problemas sociales de El Salvador, propuso primero el diálogo y después la negociación.

Ellacuría se dejó llevar por la fe de Mons. Romero y la del pueblo crucificado, La fe lo llevó al martirio, se esforzó por "actuar con justicia, repetía que había que hacerse cargo de la realidad y cargar con ella.

Fundó la Cátedra de Universitaria de Realidad Nacional en la UCA, convirtiéndose en un foro abierto, donde se discutieron problemas nacionales y regionales, desde esta cátedra, pidió a sus adversarios que combatieran sus ideas con otras ideas y no con bombas ni con balas
La opción universitaria a favor de la liberación de las mayorías empobrecidas estaba haciendo estragos en su salud y su ánimo, llevaba tres años muy cansado y padeciendo quebrantos de salud. El registro de la residencia hecho por el batallón Atlacatl la noche del 13 de noviembre no lo interpretó como una amenaza grave, sino como una señal de seguridad.
Su muerte pasó a formar parte de turbulencias superficiales. Su vida y la de sus compañeros, entregada libre y generosamente, forma parte del curso profundo del proceso salvadoreño.

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